lunes, 11 de junio de 2012

"Cuántas veces recé para que el tiempo no pasara....





..… lápiz y papel; noche silenciosa; palabras adormecidas; inmensos sentimientos; tanto que contar y una hoja en blanco; un sueño hecho realidad; tantos y tantos momentos se desbordan por mi mente y una imagen…la imagen de esa persona que un lunes de San Benito compartió junto a mí aquel deseo que tanto anhelaba…mi abuelo. Hombre sencillo, una vida a mi lado, aún recuerdo su última sonrisa. Soñando lo dejé. Se marchó sin avisar dejándome sola con mi mayor ilusión cumplida. Se que partió en cuerpo, pero no en alma, pues soy consciente de que en este silencio eterno que tengo por compañero en la soledad de la noche, una estrella me ayuda a escribir, una estrella que me alumbrará en la senda de este caminar en todo momento. En estos momentos este calorcito que siento en mi corazón me dice que estás a mi lado otra vez.
Desde mi infancia he sido criada en ambiente sambenitero: me enseñaron a quererle, a tenerle fe, a mirarle con devoción y a rezarle. No recuerdo la primera vez en la que mis padres me llevaron a tu ermita ni recuerdo la primera vez que te vi. Aquellas sensaciones son a la par una nebulosa en mis recuerdos y una de las cosas más importantes en mi vida.
Quiero acordarme de aquella primera vez en la que me quedé presa de ti, tan presa como hoy en día. San benito, me miras y eres capaz de recoger en tus ojos todas mis sensaciones: mis alegrías, mis tristezas, mis gozos… siempre anhelaba como cualquier mujer cerreña el hecho de ser Jamuguera. Un sueño a punto de cumplirse, unos “padres” que me han dado la oportunidad de llevarlo a cabo, gracias Paco y Andrea. A veces, no hace falta poseer los mismos rasgos sanguíneos para demostraros lo que significáis en mí caminar rutinario.
- Mayordoma: ¿cómo expresar en dos líneas todo lo que siento hacia tu persona? Fui como tu hija desde pequeña. Me acunabas en tus brazos y me profesabas tu fe sambenitera. Una mujer con la que compartí y comparto proyectos e ilusiones; una mujer que me ayudó en tantos momentos difíciles a seguir y no desfallecer tanto a mí como a mi familia. Una hermana para mi madre y una madre para nosotras, para mí y para mi hermana. Una nieta para mi abuelo que en esta noche sigilosa desde el cielo bendecirá tu romería con fervor y celebrará en compañía de los tuyos, tu padre, este sueño que tanto hemos esperado.
- Mayordomo: ¿qué decir de tu persona? Paquiño, aún recuerdo ese lunes en el que pronunciaron tu nombre y un sentimiento inexplicable recorre todo mi ser. Hombre sambenitero donde los haya ¡con que orgullo portas las bandas de tu Patrón! Un apoyo incondicional, un padre para nosotras y un hermano para mi padre.
Son tantas las palabras de agradecimiento que guardo para los dos que necesitaría una obra entera y aún seguramente se me quedarían en el tintero sentimientos difíciles de expresar.
¿Y cómo olvidar a vuestro hijo Domingo? Hermano sino de sangre, sí afectivo. Hermano de mi hermana y mío. Siempre juntos.
Gracias, gracias de corazón por tenerme presente y formar parte de mi familia. Gracias por hacer realidad mi sueño.
Un sueño que comienza desde ese Lunes de San Benito ¿y cómo no soñar en una noche como ésta?
Amanece… es una fresca y agradable mañana de primavera… parece el comienzo de un día cualquiera pero no lo es. Se trata de un día especial, un día que quedará plasmado para siempre en mi vida. Poco a poco, va sucumbiendo los radiantes rayos del sol. Transcurre el tiempo sin demora. Todo embulle entremezclándose: zumbidos de cohetes, murmullo, gentío… un sinfín de personas se ajetrean por las calles de mi pueblo. El Cerro huele a romería. Llega el Jueves de Lucimiento. San Benito reclama su pueblo y mi mayordomía engalanada, en poco, comenzará a vestir sus calles.
Entre el bullicio, logro escuchar el trinar de golondrinas confundiéndome con la gaita. Permanezco en silencio. Suena el tambor, suena la gaita, los sones romeros inundan esos sentimientos aún desconocidos para mi persona. Continúo en silencio y la imagen de dos personas suscita en mis sentidos: Lorenzo y José María, mis tíos. ¡Cuántas romerías de antaño habéis acompañado! ¡Cuántas son las sendas impregnadas de vuestros sones! , porque el camino evoca, enseña, habla y ensueña. Mantengo el silencio, ellos me acompañan, ellos tocan en mi romería.
Gozo repleto en mi semblante y a lo lejos una Iglesia, la Iglesia de mi pueblo. Callen.
¡Por favor, guarden silencio! ¿escuchan?... una voz celestial, con garra, con dulzura, con sentimiento… mi mayordomía asidua en los primeros asientos de la Iglesia…un Coro, el Coro de mi Hermandad de San Benito que en este día canta como nunca. Cierro los ojos, tiembla mi cuerpo. Una voz recorre mis sentidos y siento un escalofrío cuando suena desde lejos “volveré” Permanece mi sueño, canta mi madrina: “mírame con esos ojos y dime que no es mentira que cualquier sambenitero dejaría por ti la vida”. Una vida cantándole a tu pueblo, a tu Patrón; una vida y una voz que permanecerá por siempre dentro de mí.
Despierto. Mirada vacía, lágrimas recorren mi rostro. En un instante, permanezco distante a la realidad. Ya lo decía esa sevillana: “los sueños son solo sueños”. Tamboriles que ya no suenan, Coro que canta en silencio… pero se que ese día me hallaré inmersa en el sueño donde seréis partícipes de mi alegría, donde tocará Lorenzo y José María los toques de los bailes y donde María desde el cielo, cantará la misa romera.
No puedo terminar sin antes expresar de la forma más elocuente y efusiva mi más sincero agradecimiento:
A mis padres. ¿Cómo dar las gracias a los que me han dado la vida? No hay palabras de agradecimiento para vuestra persona porque todas serían insignificantes.
Mamá, gracias por todas tus palabras, por hacer de mí lo que soy hoy en día, por todos tus momentos de apoyo y gracias por hacer que permaneciera a mi lado ese ser tan maravilloso, tu padre, que aunque en este año tan especial nos haya dejado nos acompañará por siempre en esa preciosa y brillante estrella del firmamento. Gracias por ello, porque aunque susciten lágrimas y noches en vela, siempre tendremos que “tirar pa´lante”, como decía mi abuelo, con alegría. Gracias por las labores que estás realizando para que ese día de primavera tu hija luzca de Jamuguera.
Papá, ¿qué decir de ti?, si como menciona la sevillana y no hay mejor descripción, “de tal palo tal astilla y yo a mi viejo he salío”. Gracias por tu comprensión, por llevarme siempre por el buen camino, por enseñarme ser sambenitera. No sabes lo orgullosa que me encuentro de poder lucir esas puntas que con tanto cariño me has realizado.
A mi hermana, que más que una hermana es mi amiga. Confidente de mis sensaciones, de mis desvelos, de mis sueños. Gracias hermana por apoyarme en todo momento.
A mi abuelo Benito, ¡con qué ilusión te quedaste de ver a tu nieta y a la mayordoma vestida de Jamuguera! Gracias por haber existido, gracias por haber sido como fuiste, gracias por los recuerdos que me dejas y gracias por el cariño que me diste. Se que disfrutarás desde lo más alto conmigo esta experiencia tan añorada.
A mis mayordomos, por aquello que he mencionado anteriormente; a mi Mayordomía, porque este año aumentaré mi familia; a mis amigos por acompañarme en cada momento de mi existencia; a mi abuela, por enseñarme tantas cosas de la vida; a mi familia porque sois lo más grande que tengo.
Elevo mi vista al cielo y pienso en vosotros, mis abuelos, Ana y Agustín y mi madrina María. Gracias por esos recuerdos que plasman en mi memoria. Hacia allí va este beso que os envío hacia donde el viento lo lleve.
Y entre ese laberinto de sombras, sombreros, volantes y sonidos… lo que más me gustaría, lo que espero y tanto anhelo es que compartáis conmigo junto a mi mayordomía mi primer y mayor deseo: ser Jamuguera de tu romería. Me despido pidiendo a San Benito, con la fe sambenitera que me han inculcado mis mayores, que nos ampare, que nos proteja y nos haga gozar de su presencia en cada momento siendo un año inolvidable.

                                                               ¡VIVA SAN BENITO!